Cuando en la Argentina se habla de los
Estados Unidos, hay opiniones
polarizadas.
Están los que los...
Estados Unidos, hay opiniones
polarizadas.
Están los que los...
defenestran por ser agresivos, invasivos en cuestiones de otros países que no le incumben, por políticamente creerse los dueños del mundo y también por envidia de lo que han logrado.
Están también los que lo defienden a muerte, citando el libre mercado, la igualdad de posibilidades, la posibilidad de progreso individual y la libertad general de las personas.
Yo tengo mi opinión personal de USA, pero no viene al caso, pero lo que sí quiero tocar en este artículo es algo que yo admiro en la historia de ese país.
No le fue simple llegar desde donde empezó hasta donde está hoy en día, y estos cambios en general, se los deben a sus políticos y pueblo, por darle prioridad a defender y sostener la democracia ante todo.
Ya imagino gente leyendo esto,
preguntándome si los años en los que sometieron a los negros africanos a la
esclavitud y los años de guerra civil matándose entre ellos equivalen a
democracia.
A esos les digo, tienen razón, esos fueron tiempos terribles, donde el camino parecía que nunca se abriría hacia el futuro.
Yo me voy a remontar a los años 30, cuando Franklin Roosevelt presidia la ya democracia establecida de los Estados Unidos.
El presidente, perteneciente al partido demócrata, gano su primer mandato con 57% en 1932, con mayoría en el congreso en las dos cámaras.
Para cualquier gobierno, esto es muy importante para implementar las políticas que crea conveniente para gobernar.
En los años 30 Estados Unidos estaba sumergida en la gran depresión económica desde comienzo de la década.
El camino que Roosevelt quiso seguir para combatir el alto desempleo y la recesión económica, fue a través de un paquete de leyes llamado “new deal”.
Al presentarlo al congreso y al senado, este paquete, fue mirado con reticencia, incluso por los funcionarios demócratas, ya que muchas de sus partes parecían ser inconstitucionales o estaban al borde de serlo.
Igualmente el presidente firmo la ley en 1933. Pero dos de sus artículos (title I y title II), empezaron a crear problemas y se empezó a hablar de juicios y contra
juicios.
El new deal, fue enviado a la corte suprema de justicia, que de manera unánime, en 1935 declaro anticonstitucional el title I, con la siguiente explicación “condiciones extraordinarias pueden llamar a remedios extraordinarios, pero condiciones extraordinarias no justifican la creación o ampliación de un poder fuera de nuestra constitución”
Roosevelt se enojó mucho y después de ganar un nuevo termino en 1936 (esta vez con el 61% de los votos), creyó que podría cambiar la situación.
En 1937, en un mensaje radial en cadena nacional, intento poner a la corte suprema bajo presión.
Le “explico” al pueblo que en una democracia se necesitan tres poderes separados, pero trabajando juntos para mejorar al país.
Que en este caso, el ejecutivo y el legislativo lo hacían, pero el judicial se negaba a pensar en soluciones de hoy con vista al futuro próspero de la nación.
Esgrimió que aquellos miembros de la corte que fuesen mayores de 70 años debían pasar a ser pensionados y que el presidente de la nación, debía tener el derecho de designar a sus reemplazantes.
Las encuestas realizadas apenas terminado su discurso demostraron que solo el 40 por ciento de la población estaba de acuerdo.
El presidente mando su proyecto igual a las cámaras legislativas (todavía con amplia mayoría demócrata en las dos) y esta propuesta retorno con respuesta negativa de las dos cámaras como “fútil, estúpida y no necesaria”
Es decir en plenos años 30, legisladores propios y ajenos pudieron emitir su opinión libremente para lo que ellos consideraban era lo mejor para su país.
Y el proyecto de un presidente, con 61% de los votos del pueblo, y con mayoría en las dos cámaras, fue rechazado por no haber tomado en cuenta su constitucionalidad.
En el año 1853 la constitución argentina, creo nuestra corte suprema de justicia y para el 1887 la nuestra y la de Estados Unidos tenían poderes y funciones
similares.
En 1946, en nuestro país, Juan Domingo Perón, luego de asumir su primera presidencia, y por una mayoría del 56%, decidió, como Roosevelt lo había hecho unos años atrás, destituir a 4 jueces de la corte por “haber autorizado y apoyado los golpes de estado de 1930 y 1943 (irónico ya que Perón admitió haber apoyado el de 1930 y fue parte del de 1943).
Los diputados y senadores pasaron la medida como si nada y mientras tres jueces fueron destituidos, el cuarto renuncio a su cargo. Perón nombro a sus reemplazantes y de esta forma obtuvo control también del poder judicial, lo que le permitió gobernar sin un poder que le ponga límites constitucionales.
Entre las medidas que prueban esta falta de límites y ese superpoder adquirido, se encuentra el arresto del líder opositor Ricardo Balbín, por “haberle faltado el respeto” al president, dejando asi a la oposicion acefala, consiguio mas poder aun.
Desde ese entonces, los presidentes argentinos han hecho nombrar a los miembros de la corte suprema una cosa normal y cotidiana.
Entre golpes de estado y efímeras vueltas a la democracia, había cambios a cada
rato.
En 1983 Alfonsín nombro una nueva corte, ya que había que tener jueces imparciales para poder llevar a cabo juicios honestos contra las juntas del proceso.
Pero al pasar Alfonsín el gobierno a Menem, es decir de presidente electo a presidente electo, no había necesidad de cambios.
Después de mucho pensarlo, Menem, sugirió que los miembros de la corte, tenían demasiado trabajo y no había suficiente miembros para actuar con la eficiencia necesaria.
El congreso aprobó rápidamente su proyecto de elevar el número de jueces de 5 a 9 y el riojano nombro el mismo a los nuevos 4 miembros de la corte.
Una vez más un presidente se apoderaba del poder judicial para tener poder
ilimitado.
Fue allí, donde se re escribió la constitución para tener la posibilidad de re elección, entre otras medidas arbitrarias, que una corte neutral no hubiese aceptado.
Y llegamos al presente donde una vez más, este hecho de hace casi 80 años en los Estados Unidos, es exactamente igual al que nuestro actual gobierno está intentando implementar.
Y creo que la gran diferencia, es que nuestra democracia es tan inmadura y nuestros gobiernos apelan tan seguido a los trágicos golpes de estado del pasado, que nos hemos convertido en un pueblo sumiso y con miedo a expresarnos “por si acaso”.
Ya hace 30 años que estamos en democracia, es tiempo de mirar hacia adelante (claro que sin olvidar lo que nos sucedió), y crecer. Erradicar el miedo, sin creer en los fantasmas que nos quieren inventar.
El poder judicial, es importante para toda democracia y su imparcialidad es vital para asegurar que la constitución se cumpla y no se viole. Garantiza que nadie pueda abusar de su poder.
Que un gobierno sea electo con el 54% o más, no le da poderes absolutos o fuera de la constitución, hay que impedirlo, como en los años 30 su propio partido se lo impidió al presidente de los Estados Unidos.
Están también los que lo defienden a muerte, citando el libre mercado, la igualdad de posibilidades, la posibilidad de progreso individual y la libertad general de las personas.
Yo tengo mi opinión personal de USA, pero no viene al caso, pero lo que sí quiero tocar en este artículo es algo que yo admiro en la historia de ese país.
No le fue simple llegar desde donde empezó hasta donde está hoy en día, y estos cambios en general, se los deben a sus políticos y pueblo, por darle prioridad a defender y sostener la democracia ante todo.
Ya imagino gente leyendo esto,
preguntándome si los años en los que sometieron a los negros africanos a la
esclavitud y los años de guerra civil matándose entre ellos equivalen a
democracia.
A esos les digo, tienen razón, esos fueron tiempos terribles, donde el camino parecía que nunca se abriría hacia el futuro.
Yo me voy a remontar a los años 30, cuando Franklin Roosevelt presidia la ya democracia establecida de los Estados Unidos.
El presidente, perteneciente al partido demócrata, gano su primer mandato con 57% en 1932, con mayoría en el congreso en las dos cámaras.
Para cualquier gobierno, esto es muy importante para implementar las políticas que crea conveniente para gobernar.
En los años 30 Estados Unidos estaba sumergida en la gran depresión económica desde comienzo de la década.
El camino que Roosevelt quiso seguir para combatir el alto desempleo y la recesión económica, fue a través de un paquete de leyes llamado “new deal”.
Al presentarlo al congreso y al senado, este paquete, fue mirado con reticencia, incluso por los funcionarios demócratas, ya que muchas de sus partes parecían ser inconstitucionales o estaban al borde de serlo.
Igualmente el presidente firmo la ley en 1933. Pero dos de sus artículos (title I y title II), empezaron a crear problemas y se empezó a hablar de juicios y contra
juicios.
El new deal, fue enviado a la corte suprema de justicia, que de manera unánime, en 1935 declaro anticonstitucional el title I, con la siguiente explicación “condiciones extraordinarias pueden llamar a remedios extraordinarios, pero condiciones extraordinarias no justifican la creación o ampliación de un poder fuera de nuestra constitución”
Roosevelt se enojó mucho y después de ganar un nuevo termino en 1936 (esta vez con el 61% de los votos), creyó que podría cambiar la situación.
En 1937, en un mensaje radial en cadena nacional, intento poner a la corte suprema bajo presión.
Le “explico” al pueblo que en una democracia se necesitan tres poderes separados, pero trabajando juntos para mejorar al país.
Que en este caso, el ejecutivo y el legislativo lo hacían, pero el judicial se negaba a pensar en soluciones de hoy con vista al futuro próspero de la nación.
Esgrimió que aquellos miembros de la corte que fuesen mayores de 70 años debían pasar a ser pensionados y que el presidente de la nación, debía tener el derecho de designar a sus reemplazantes.
Las encuestas realizadas apenas terminado su discurso demostraron que solo el 40 por ciento de la población estaba de acuerdo.
El presidente mando su proyecto igual a las cámaras legislativas (todavía con amplia mayoría demócrata en las dos) y esta propuesta retorno con respuesta negativa de las dos cámaras como “fútil, estúpida y no necesaria”
Es decir en plenos años 30, legisladores propios y ajenos pudieron emitir su opinión libremente para lo que ellos consideraban era lo mejor para su país.
Y el proyecto de un presidente, con 61% de los votos del pueblo, y con mayoría en las dos cámaras, fue rechazado por no haber tomado en cuenta su constitucionalidad.
En el año 1853 la constitución argentina, creo nuestra corte suprema de justicia y para el 1887 la nuestra y la de Estados Unidos tenían poderes y funciones
similares.
En 1946, en nuestro país, Juan Domingo Perón, luego de asumir su primera presidencia, y por una mayoría del 56%, decidió, como Roosevelt lo había hecho unos años atrás, destituir a 4 jueces de la corte por “haber autorizado y apoyado los golpes de estado de 1930 y 1943 (irónico ya que Perón admitió haber apoyado el de 1930 y fue parte del de 1943).
Los diputados y senadores pasaron la medida como si nada y mientras tres jueces fueron destituidos, el cuarto renuncio a su cargo. Perón nombro a sus reemplazantes y de esta forma obtuvo control también del poder judicial, lo que le permitió gobernar sin un poder que le ponga límites constitucionales.
Entre las medidas que prueban esta falta de límites y ese superpoder adquirido, se encuentra el arresto del líder opositor Ricardo Balbín, por “haberle faltado el respeto” al president, dejando asi a la oposicion acefala, consiguio mas poder aun.
Desde ese entonces, los presidentes argentinos han hecho nombrar a los miembros de la corte suprema una cosa normal y cotidiana.
Entre golpes de estado y efímeras vueltas a la democracia, había cambios a cada
rato.
En 1983 Alfonsín nombro una nueva corte, ya que había que tener jueces imparciales para poder llevar a cabo juicios honestos contra las juntas del proceso.
Pero al pasar Alfonsín el gobierno a Menem, es decir de presidente electo a presidente electo, no había necesidad de cambios.
Después de mucho pensarlo, Menem, sugirió que los miembros de la corte, tenían demasiado trabajo y no había suficiente miembros para actuar con la eficiencia necesaria.
El congreso aprobó rápidamente su proyecto de elevar el número de jueces de 5 a 9 y el riojano nombro el mismo a los nuevos 4 miembros de la corte.
Una vez más un presidente se apoderaba del poder judicial para tener poder
ilimitado.
Fue allí, donde se re escribió la constitución para tener la posibilidad de re elección, entre otras medidas arbitrarias, que una corte neutral no hubiese aceptado.
Y llegamos al presente donde una vez más, este hecho de hace casi 80 años en los Estados Unidos, es exactamente igual al que nuestro actual gobierno está intentando implementar.
Y creo que la gran diferencia, es que nuestra democracia es tan inmadura y nuestros gobiernos apelan tan seguido a los trágicos golpes de estado del pasado, que nos hemos convertido en un pueblo sumiso y con miedo a expresarnos “por si acaso”.
Ya hace 30 años que estamos en democracia, es tiempo de mirar hacia adelante (claro que sin olvidar lo que nos sucedió), y crecer. Erradicar el miedo, sin creer en los fantasmas que nos quieren inventar.
El poder judicial, es importante para toda democracia y su imparcialidad es vital para asegurar que la constitución se cumpla y no se viole. Garantiza que nadie pueda abusar de su poder.
Que un gobierno sea electo con el 54% o más, no le da poderes absolutos o fuera de la constitución, hay que impedirlo, como en los años 30 su propio partido se lo impidió al presidente de los Estados Unidos.