En los tiempos que corren, cualquier tipo de discriminación, es inaceptable.
Toda sociedad moderna, que se precie de tal, debe tener estrictos controles, para que nadie quede fuera del sistema.
Para poder seguir avanzando ante este flagelo de siglos anteriores, es muy importante que el ente que nuestro país posee para dicha función, el INADI, no sea un antro partidista.
Está claro que a los funcionarios principales, los nombra el gobierno de turno, pero los elegidos por éste, a su vez, tienen la obligación moral y ética, de asegurarse que todas las minorías estén representadas.
No es coherente transformar a dicha institución, en un local partidista, porque de esta forma, estamos desde un principio mismo, discriminando, contra quienes no forman parte de esa corriente.
El INADI, debe ser apolítico e imparcial, en sus documentos, debe ser claro en sus prácticas, y medir a todos con la misma vara.
Pero la función más importante a la que debieran dedicar su tiempo, los de su equipo de trabajo, debiera ser la prevención de todo tipo de discriminación.
Dividir los distintos ámbitos en los que cualquier persona o colectivo puede llegar a sentirse discriminada/o, y poner guías para cada uno de esos ámbitos, para poder legislar al respecto.
No podemos, por ejemplo, tener a quien maneja el instituto declarar públicamente que denunciarán a Miguel Angel Pichetto por comentarios xenófobos (que lo fueron, y no deben ser dejados de lado), pero no tener la misma actitud, cuando mensajes como esos son escuchados semanalmente en las canchas del fútbol argentino, a través de los cantitos de las hinchadas.
No podemos decir, Pichetto será denunciado, pero Cúneo y/o Moreau, no.
No es tampoco aceptable que, de a poco, y desde distintos ministerios, colegios, universidades y gobernaciones, decidan, que el lenguaje inclusivo es necesario.
El INADI, por más que su titular esté de acuerdo con dicho idioma, debe ponerse del lado de la ciudadanía, a la que representa, y ver que, a pesar de su denominación, el lenguaje inclusivo, segrega y discrimina.
Podría también adentrarme en el tema de la no aceptación del mismo por la RAE, pero eso es más tema para educación que el que aquí nos incumbe.
Para que el INADI funcione, debe haber una política de estado clara y transparente al respecto, no puede asemejarse nada a una cacería de brujas, porque sería por definición, hostigar al que piensa distinto y perdonar al que es cercano al poder, y por ende, discriminación.
Es un trabajo de una importancia enorme, y para manejarlo, debe estarse a la altura de las circunstancias.
El presidente de la Nación, cree que Victoria Donda, es la persona más idónea para dicha tarea, y espero que ella, así lo demuestre.
Desde su creación, hasta el día de la fecha, la evolución del INADI, ha sido muy lenta, y no podemos dejar que esa lentitud, lo siga caracterizando.
Toda sociedad moderna, que se precie de tal, debe tener estrictos controles, para que nadie quede fuera del sistema.
Para poder seguir avanzando ante este flagelo de siglos anteriores, es muy importante que el ente que nuestro país posee para dicha función, el INADI, no sea un antro partidista.
Está claro que a los funcionarios principales, los nombra el gobierno de turno, pero los elegidos por éste, a su vez, tienen la obligación moral y ética, de asegurarse que todas las minorías estén representadas.
No es coherente transformar a dicha institución, en un local partidista, porque de esta forma, estamos desde un principio mismo, discriminando, contra quienes no forman parte de esa corriente.
El INADI, debe ser apolítico e imparcial, en sus documentos, debe ser claro en sus prácticas, y medir a todos con la misma vara.
Pero la función más importante a la que debieran dedicar su tiempo, los de su equipo de trabajo, debiera ser la prevención de todo tipo de discriminación.
Dividir los distintos ámbitos en los que cualquier persona o colectivo puede llegar a sentirse discriminada/o, y poner guías para cada uno de esos ámbitos, para poder legislar al respecto.
No podemos, por ejemplo, tener a quien maneja el instituto declarar públicamente que denunciarán a Miguel Angel Pichetto por comentarios xenófobos (que lo fueron, y no deben ser dejados de lado), pero no tener la misma actitud, cuando mensajes como esos son escuchados semanalmente en las canchas del fútbol argentino, a través de los cantitos de las hinchadas.
No podemos decir, Pichetto será denunciado, pero Cúneo y/o Moreau, no.
No es tampoco aceptable que, de a poco, y desde distintos ministerios, colegios, universidades y gobernaciones, decidan, que el lenguaje inclusivo es necesario.
El INADI, por más que su titular esté de acuerdo con dicho idioma, debe ponerse del lado de la ciudadanía, a la que representa, y ver que, a pesar de su denominación, el lenguaje inclusivo, segrega y discrimina.
Podría también adentrarme en el tema de la no aceptación del mismo por la RAE, pero eso es más tema para educación que el que aquí nos incumbe.
Para que el INADI funcione, debe haber una política de estado clara y transparente al respecto, no puede asemejarse nada a una cacería de brujas, porque sería por definición, hostigar al que piensa distinto y perdonar al que es cercano al poder, y por ende, discriminación.
Es un trabajo de una importancia enorme, y para manejarlo, debe estarse a la altura de las circunstancias.
El presidente de la Nación, cree que Victoria Donda, es la persona más idónea para dicha tarea, y espero que ella, así lo demuestre.
Desde su creación, hasta el día de la fecha, la evolución del INADI, ha sido muy lenta, y no podemos dejar que esa lentitud, lo siga caracterizando.