Es muy positivo ver que muchos hechos de corrupción del gobierno anterior, el de la era de los Kirchner, están saliendo a la luz, con mucho más que palabras.
Videos, escuchas, investigaciones periodísticas con pruebas concretas, entre otras cosas, implican a altos miembros y funcionarios ...
Videos, escuchas, investigaciones periodísticas con pruebas concretas, entre otras cosas, implican a altos miembros y funcionarios ...
...que hasta hace poco nos gobernaban.
Yo, desde siempre, abogo por la tolerancia cero a la corrupción, y he, desde este humilde blog, dado opiniones y resultados de investigaciones propias, para ayudar a combatir este flagelo tan arraigado a todos aquellos que cumplen funciones públicas en nuestro país.
Y no me refiero solamente a los políticos, ya que también los gremialistas, los dirigentes deportivos, los directores de empresas, el poder judicial, el propietario de la pizzería de la esquina, ustedes y yo, siempre estamos intentando algo que nos beneficie o al menos que, las acciones de los demás, no nos perjudiquen.
Es un mecanismo de defensa al que nos hemos acostumbrado en Argentina, y que parcialmente “justifica” que haya muchas cosas que nos debieran impactar mucho y en realidad no lo hacen.
Para sobrevivir, en nuestro país, hemos crecido con escudos y armerías mentales que han blindado nuestra sensibilidad y nos permiten seguir con nuestra vida cotidiana, hasta que nos es imposible no ver esas cosas sucias y criminales.
¿Por cuantos años hemos sabido que Julio Humberto Grondona era un dictador, corrupto y populista? Pero ese escudo mental, nos permitió seguir y hasta banalizar su frase predilecta del “todo pasa”. Más de 30 años fue presidente de la AFA y ningún gobierno, dirigente o ciudadano pudo o quiso hacer algo para cambiar. Después de todo ese tiempo, incluso cumplió su ambición de morir presidiendo la AFA.
Otro ejemplo, sería el del golpe del 76 y lo que sucedió hasta el retorno de la democracia.
Con nuestro bloqueo mental, que nos decía que para sobrevivir había que callarse la boca y que si alguien caía en manos de los militares “por algo sería” o “algo habrá hecho”, dejamos que una generación (de los dos lados de la guerra sucia) se evaporara, sin pensar que los dos bandos estaban formados por argentinos.
Al volver la democracia, la división se hizo aún más grande y nos concentramos en cosas, de las que todavía estamos discutiendo 33 años más tarde.
¿Cambia algo, en el contexto y la esencia de lo que pasó si fue 1 o fueron 30000 los muertos y desaparecidos? ¿Son Videla, Firmenich y compañía menos criminales o menos asesinos de acuerdo a lo que varíen esos números?
Lo que tendría que haber sucedido (y el único que lo entendió así fue Alfonsín), es haberle demostrado al pueblo que esa “multipartidaria”, no era solo un arma para salir de una dictadura, sino un grupo formado, para transformar ese pasado cruel en un futuro nuevo. Pero no, aceptamos una vez más ser divididos,y decidir en vez de “cerrar lo que fue unirnos, para edificar lo que vendrá”, decir “este era golpista o este era monto”
Es por eso, que hoy, todavía vivimos en los 70. Porque no nos unimos a llorar a nuestros muertos juntos. Porque nos alineamos a unos u otros, sin pensar (por esa coraza a la sensibilidad) que tomando posición sea con el lado que fuera, nos estábamos alineando con asesinos y criminales.
Esa falta de sensibilidad, es la que permitió a los políticos desde esos años hasta el presente, saber que con el pueblo argentino, pueden hacer lo que quieran, mientras nos dividan.
Y ahí está la clave, para cambiar nuestro futuro. Mirar hacia atrás, y en vez de contar muertos, empezar a ver que ninguno de los dos bandos, involucró al pueblo, pero nos hicieron tomar partido por uno o por otro, como si fuese un Boca-River, para beneficiarse ellos.
Que al mirar hacia atrás veamos que la diferencia de opiniones está bien y que de ella se llega a formar una democracia madura.
Que el pasado nos enseñe que mi vecino, es de otra ideología política, pero es también argentino y puede, desde su pensamiento, aportar a nuestro crecimiento.
Por eso creo que está muy bien, terminar con la impunidad, que se castigue a la corrupción y se procese y encarcele a todos aquellos que sean encontrados culpables.
Pero no volvamos a mirar solamente a un bando. Miremos todo el espectro y si hay que juzgar a funcionarios, dirigentes y empresarios afines a este gobierno, demandémoslo también, y pidamos que se haga justicia con todos y para todos.
No dejemos que la historia sea escrita por los que ganaron (como dice la canción con la que titulé esta columna)
Seamos, por una vez y para siempre, un pueblo unido y maduro. Sólo así, seremos independientes.
Yo, desde siempre, abogo por la tolerancia cero a la corrupción, y he, desde este humilde blog, dado opiniones y resultados de investigaciones propias, para ayudar a combatir este flagelo tan arraigado a todos aquellos que cumplen funciones públicas en nuestro país.
Y no me refiero solamente a los políticos, ya que también los gremialistas, los dirigentes deportivos, los directores de empresas, el poder judicial, el propietario de la pizzería de la esquina, ustedes y yo, siempre estamos intentando algo que nos beneficie o al menos que, las acciones de los demás, no nos perjudiquen.
Es un mecanismo de defensa al que nos hemos acostumbrado en Argentina, y que parcialmente “justifica” que haya muchas cosas que nos debieran impactar mucho y en realidad no lo hacen.
Para sobrevivir, en nuestro país, hemos crecido con escudos y armerías mentales que han blindado nuestra sensibilidad y nos permiten seguir con nuestra vida cotidiana, hasta que nos es imposible no ver esas cosas sucias y criminales.
¿Por cuantos años hemos sabido que Julio Humberto Grondona era un dictador, corrupto y populista? Pero ese escudo mental, nos permitió seguir y hasta banalizar su frase predilecta del “todo pasa”. Más de 30 años fue presidente de la AFA y ningún gobierno, dirigente o ciudadano pudo o quiso hacer algo para cambiar. Después de todo ese tiempo, incluso cumplió su ambición de morir presidiendo la AFA.
Otro ejemplo, sería el del golpe del 76 y lo que sucedió hasta el retorno de la democracia.
Con nuestro bloqueo mental, que nos decía que para sobrevivir había que callarse la boca y que si alguien caía en manos de los militares “por algo sería” o “algo habrá hecho”, dejamos que una generación (de los dos lados de la guerra sucia) se evaporara, sin pensar que los dos bandos estaban formados por argentinos.
Al volver la democracia, la división se hizo aún más grande y nos concentramos en cosas, de las que todavía estamos discutiendo 33 años más tarde.
¿Cambia algo, en el contexto y la esencia de lo que pasó si fue 1 o fueron 30000 los muertos y desaparecidos? ¿Son Videla, Firmenich y compañía menos criminales o menos asesinos de acuerdo a lo que varíen esos números?
Lo que tendría que haber sucedido (y el único que lo entendió así fue Alfonsín), es haberle demostrado al pueblo que esa “multipartidaria”, no era solo un arma para salir de una dictadura, sino un grupo formado, para transformar ese pasado cruel en un futuro nuevo. Pero no, aceptamos una vez más ser divididos,y decidir en vez de “cerrar lo que fue unirnos, para edificar lo que vendrá”, decir “este era golpista o este era monto”
Es por eso, que hoy, todavía vivimos en los 70. Porque no nos unimos a llorar a nuestros muertos juntos. Porque nos alineamos a unos u otros, sin pensar (por esa coraza a la sensibilidad) que tomando posición sea con el lado que fuera, nos estábamos alineando con asesinos y criminales.
Esa falta de sensibilidad, es la que permitió a los políticos desde esos años hasta el presente, saber que con el pueblo argentino, pueden hacer lo que quieran, mientras nos dividan.
Y ahí está la clave, para cambiar nuestro futuro. Mirar hacia atrás, y en vez de contar muertos, empezar a ver que ninguno de los dos bandos, involucró al pueblo, pero nos hicieron tomar partido por uno o por otro, como si fuese un Boca-River, para beneficiarse ellos.
Que al mirar hacia atrás veamos que la diferencia de opiniones está bien y que de ella se llega a formar una democracia madura.
Que el pasado nos enseñe que mi vecino, es de otra ideología política, pero es también argentino y puede, desde su pensamiento, aportar a nuestro crecimiento.
Por eso creo que está muy bien, terminar con la impunidad, que se castigue a la corrupción y se procese y encarcele a todos aquellos que sean encontrados culpables.
Pero no volvamos a mirar solamente a un bando. Miremos todo el espectro y si hay que juzgar a funcionarios, dirigentes y empresarios afines a este gobierno, demandémoslo también, y pidamos que se haga justicia con todos y para todos.
No dejemos que la historia sea escrita por los que ganaron (como dice la canción con la que titulé esta columna)
Seamos, por una vez y para siempre, un pueblo unido y maduro. Sólo así, seremos independientes.