Cada investigación que llevo a cabo, tiene como objetivo principal, demostrarme a mí mismo que soy un nefasto y que llegaré a la conclusión que mis sospechas eran falsas.
De esa forma...
De esa forma...
...me garantizo entrar sin prejuicios y con mentalidad abierta.
Es muy fácil caer en la trampa de dejarse llevar por caminos equivocados, sólo por saber que nos llevarían a donde queríamos arribar.
Lo que me propuse demostrar como falso esta vez es el título de este artículo, pero como a menudo me ha sucedido con este gobierno, termine comprobando que era muy real.
Y aunqe parece un título que se cae de maduro, tales son las “diferencias de opiniones” acerca del tema dentro mismo del gobierno, que me picó la curiosidad.
Una vez caído el Chapo Guzmán, el debate acerca de los carteles mexicanos y colombianos en el país comenzó a rugir.
Sabemos que hay ciertas drogas que son fabricadas y vendidas en el país, en escalas medianas (Paco entre ellas) y que los epicentros de este negocio, son la Provincia de Buenos Aires y la ciudad de Rosario.
Pero a mí lo que más me preocupaba era la fabricación y distribución de drogas sintéticas (derivados de las anfetaminas y metanfetaminas).
Con las pistas que nos guiaban hacia la presencia de Guzmán en Argentina en varios momentos en los últimos años, decidí meterme a fondo en el tema.
Hoy por hoy, las drogas sintéticas son la fuente más grande de entrada de los carteles mexicanos.
Las razones para esto, son muy simples. Al ser sintéticas, estas drogas se obtienen por procesos químicos y no de vegetales como la marihuana o la cocaína.
Esto, a su vez, hace que al solamente necesitar de laboratorios para fabricarlas, los carteles tienen 100% de control sobre el producto.
Los mercados norteamericano y Europeo, es donde los narcos mexicanos hacen su negocio grande con drogas como el éxtasis y el speed.
De cualquier manera hay otros mercados menos redituables, pero a los que también hay que abastecer.
Fue ahí donde nuestro país, se transformó en una opción para los centroamericanos para extender sus redes hacia otros lugares.
Lo que Guzmán y los suyos vieron en el norte argentino fue la posibilidad de producir drogas sintéticas para el mercado árabe de menores recursos.
A través de falsas iglesias evangélicas, fueron atrayendo a gente local en provincias como Chaco, Formosa y Misiones.
Luego, con la colaboración de algunas autoridades locales, lograron conseguir vías para sacar divisas del país y métodos para transportar la droga hacia Buenos Aires, desde donde sale (en barco) hacia Marruecos y Túnez.
Como existe una orden judicial transitoria que no me permite dar el nombre del contacto argentino, sólo puedo decirles que es alguien que no mucho tiempo atrás negó todo envolvimiento en el tema, y desafió a todos a que prueben su participación. Es Diputado Nacional por el oficialismo.
El fue el que ayudó y facilitó la entrada de los falsos evangelistas y los proveyó con contactos en el puerto y con transportes.
Le otorgué la posibilidad de desmentir los resultados de mi investigación y la respuesta suya fue por la vía jurídica prohibiéndome mencionarlo en este artículo.
Una vez en Túnez o Marruecos la “droga argentina” sigue su camino hacia Siria.
Allí, es entregada a sus principales destinatarios: las fuerzas rebeldes, que se enfrentan hoy al gobierno de Assad.
Este tipo de drogas, son usadas entre otras cosas para suprimir apetito, y crear la capacidad de mantenerse despierto y alerta por largos períodos, sin necesidad de dormir.
Además de usarlas ellos mismos, también las utilizan para cambiarlas por armas con los países limítrofes.
Lo que el cartel de Sinaloa ha logrado, con su base en Argentina, es producir un producto de menor calidad, que comercia a un precio más accesible que esos que salen desde su país hacia USA, Canadá y Europa.
Menor calidad, implica más peligrosidad para aquellos que consumen y obviamente los argentinos consumen lo que se produce acá, poniéndolos en un nivel de riesgo más alto.
Entendamos de una vez que somos un país productor y de baja calidad, sólo así podremos empezar juntos a combatir este horrible flagelo.
Es muy fácil caer en la trampa de dejarse llevar por caminos equivocados, sólo por saber que nos llevarían a donde queríamos arribar.
Lo que me propuse demostrar como falso esta vez es el título de este artículo, pero como a menudo me ha sucedido con este gobierno, termine comprobando que era muy real.
Y aunqe parece un título que se cae de maduro, tales son las “diferencias de opiniones” acerca del tema dentro mismo del gobierno, que me picó la curiosidad.
Una vez caído el Chapo Guzmán, el debate acerca de los carteles mexicanos y colombianos en el país comenzó a rugir.
Sabemos que hay ciertas drogas que son fabricadas y vendidas en el país, en escalas medianas (Paco entre ellas) y que los epicentros de este negocio, son la Provincia de Buenos Aires y la ciudad de Rosario.
Pero a mí lo que más me preocupaba era la fabricación y distribución de drogas sintéticas (derivados de las anfetaminas y metanfetaminas).
Con las pistas que nos guiaban hacia la presencia de Guzmán en Argentina en varios momentos en los últimos años, decidí meterme a fondo en el tema.
Hoy por hoy, las drogas sintéticas son la fuente más grande de entrada de los carteles mexicanos.
Las razones para esto, son muy simples. Al ser sintéticas, estas drogas se obtienen por procesos químicos y no de vegetales como la marihuana o la cocaína.
Esto, a su vez, hace que al solamente necesitar de laboratorios para fabricarlas, los carteles tienen 100% de control sobre el producto.
Los mercados norteamericano y Europeo, es donde los narcos mexicanos hacen su negocio grande con drogas como el éxtasis y el speed.
De cualquier manera hay otros mercados menos redituables, pero a los que también hay que abastecer.
Fue ahí donde nuestro país, se transformó en una opción para los centroamericanos para extender sus redes hacia otros lugares.
Lo que Guzmán y los suyos vieron en el norte argentino fue la posibilidad de producir drogas sintéticas para el mercado árabe de menores recursos.
A través de falsas iglesias evangélicas, fueron atrayendo a gente local en provincias como Chaco, Formosa y Misiones.
Luego, con la colaboración de algunas autoridades locales, lograron conseguir vías para sacar divisas del país y métodos para transportar la droga hacia Buenos Aires, desde donde sale (en barco) hacia Marruecos y Túnez.
Como existe una orden judicial transitoria que no me permite dar el nombre del contacto argentino, sólo puedo decirles que es alguien que no mucho tiempo atrás negó todo envolvimiento en el tema, y desafió a todos a que prueben su participación. Es Diputado Nacional por el oficialismo.
El fue el que ayudó y facilitó la entrada de los falsos evangelistas y los proveyó con contactos en el puerto y con transportes.
Le otorgué la posibilidad de desmentir los resultados de mi investigación y la respuesta suya fue por la vía jurídica prohibiéndome mencionarlo en este artículo.
Una vez en Túnez o Marruecos la “droga argentina” sigue su camino hacia Siria.
Allí, es entregada a sus principales destinatarios: las fuerzas rebeldes, que se enfrentan hoy al gobierno de Assad.
Este tipo de drogas, son usadas entre otras cosas para suprimir apetito, y crear la capacidad de mantenerse despierto y alerta por largos períodos, sin necesidad de dormir.
Además de usarlas ellos mismos, también las utilizan para cambiarlas por armas con los países limítrofes.
Lo que el cartel de Sinaloa ha logrado, con su base en Argentina, es producir un producto de menor calidad, que comercia a un precio más accesible que esos que salen desde su país hacia USA, Canadá y Europa.
Menor calidad, implica más peligrosidad para aquellos que consumen y obviamente los argentinos consumen lo que se produce acá, poniéndolos en un nivel de riesgo más alto.
Entendamos de una vez que somos un país productor y de baja calidad, sólo así podremos empezar juntos a combatir este horrible flagelo.